El escritor norteamericano Ralph Waldo Emerson (1803-1882) solía afirmar que una biblioteca es un gabinete mágico habitado por espíritus hechizados que reviven cada vez que alguien abre un libro. En la biblioteca del médico Juan Dalma los espíritus de Albert Einstein, Sigmund Freud, Carl Gustav Jung, Leonardo Da Vinci y Lucio Séneca se pasean a sus anchas entre los anaqueles repletos de libros, publicaciones, revistas, recortes de diarios y cartas manuscritas.

Convertida en un Centro de Estudios, la casa en la que se encuentra esta vasta biblioteca -donada por la viuda de Dalma a la Fundación Miguel Lillo- contiene maravillosos tesoros que pueden ser consultados en el pasaje Sorol 428, donde vivió el médico hasta su trágica muerte en 1977.

Vocación humanista

Dalma fue un psiquiatra con profunda vocación humanista. Y eso se nota en su biblioteca, integrada por 2.800 volúmenes, una hemeroteca con más de 1.500 revistas especializadas y un riquísimo archivo que contiene cartas firmadas por notables personalidades del siglo XX, la mayoría médicos y científicos. Entre esa correspondencia se encuentran cartas de Einstein, con quien Dalma mantuvo un contacto epistolar fluido.

En una de ellas, escrita en alemán y fechada el 20 de octubre de 1953, el padre de la Teoría de la Relatividad habla del "efecto Da Vinci" en el pensamiento moderno. En sus "Lecciones de Historia de la Medicina", Dalma aclaró el sentido de esa carta. Sucede que cuando realizaba sus estudios sobre Da Vinci (Dalma era un devoto estudioso de la vida y obra del pintor y sabio florentino) encontró con sorpresa que el creador de la Mona Lisa se había ocupado también de la relación entre el tiempo y el espacio, en un sentido netamente relativista. Por eso no dudó en escribirle a Einstein pidiéndole su opinión al respecto. El físico le contestó: "pienso que será muy meritorio si usted puede demostrar cómo uno de los más importantes personajes ha despertado el pensamiento moderno y ha opinado sobre el problema de la vinculación entre tiempo y espacio. Con cordial agradecimiento y saludos. Su Albert Einstein". En sus clases, en la Facultad de Medicina, Dalma solía agregar con buen humor: "a veces una hormiga puede contactar con un elefante".

Igualmente revelador es el intercambio epistolar que Dalma mantuvo con Freud y Jung. Entre las cartas que se hallaron en su archivo figuran algunas en las que los destacados psiquiatras comparten sus investigaciones con el médico afincado en Tucumán. Hay una epístola particularmente insólita en la que Jung refuta ideas de Freud respecto del pensamiento leonardiano. En esas líneas, escritas en alemán y con algunos subrayados realizados por el mismo Dalma, puede vislumbrarse el enfrentamiento ideológico que Jung mantuvo con su mentor Freud.

Pero, además de las cartas, en la biblioteca de Dalma están las obras completas de Freud en alemán, italiano y español, lo cual revela la preferencia de Dalma por el padre del psicoanálisis.

Clásicos

Los libros de medicina no son los únicos habitantes de los anaqueles. La biblioteca de la casa del pasaje Sorol abunda en libros de filosofía, historia, literatura y ciencias sociales. Nada está excluido, sobre todo los clásicos. Entre sus tesoros se encuentra, por ejemplo, un ejemplar de las "Cartas de Séneca", fechado en 1700 y un tratado sobre la viruela de Phylippo De Violanti, publicado en 1710. No podía faltar, en un médico humanista como él, un volumen de la famosa "Evolución de las especies", de Charles Darwin.

Pero es sobre todo la pasión de Dalma por Leonardo Da Vinci la que lo llevó a atesorar una de las bibliotecas leonardianas más completas de la región. Compuesta por 71 volúmenes, cuenta además con reproducciones de todas las obras de arte que creó Leonardo y todos los códices existentes, escritos a la manera de Leonardo: de izquierda a derecha. Hay también un facsímil del "Códice de Madrid", descubierto en la Biblioteca Central de la capital española y cuya autenticidad probó el doctor Ladislao Reti.

En uno de los estantes elevados habitan las mieles de varios siglos: Virgilio, Petrarca, Shakespeare, Goethe, Schiller, Molière, Pascal, Racine, Heine, Hugo, Carducci, Renán, Dickens y Thomas Mann, por nombrar sólo algunos.

"Esta es una biblioteca prácticamente inabarcable. De hecho, aún no hemos terminado de catalogar las cartas que encontramos en una de las habitaciones traseras. Hasta ahora tenemos registradas unas 3.000", señaló Elena Perilli de Colombres Garmendia, directora del Centro Cultural Rougés. Ella tiene a cargo el manejo del Centro Dalma.